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Le Mépris (1963) Dir. Jean-Luc Godard

  • Foto del escritor: Maya Rivas - Dani Collque
    Maya Rivas - Dani Collque
  • 5 sept 2018
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 27 sept 2018

La Nouvelle Vague francesa y la llegada de la modernidad al cine nos proponen la autorreflexividad sobre el propio lenguaje del medio, dejando ver sus artificios y la dimensión antinatural del mismo. En éste contexto se ubica Le Mépris (1963), un film basado en la novela homónima de Alberto Moravia.

La película comienza con una escena en la que podemos ver a la pareja protagonista, Camille y Paul, en un momento sumamente íntimo y de entrega absoluta que con el trascurrir del relato se irá opacando.

En cuanto a las características de este film y del estilo del autor en general, se presentan constantes citas: la aparición de Fritz Lang interpretándose a si mismo como director, las menciones a otras películas previas de Godard mediante el uso de afiches que se relacionan de manera directa con lo que transcurre en la escena y la relación que traza el autor entre la Odisea de Homero y la actualidad. Por otro lado, la utilización de colores primarios a los que se les otorga un significado, como el color rojo que esta vinculado con las posesiones del personaje de Prokosch y el amarillo en el vestuario de las mujeres relacionadas con el mismo personaje en las ultimas escenas.

Hay momentos puntuales de la película en los cuales se puede apreciar el estilo del director:

- La escena en la que la pareja protagonista se encuentra en su apartamento, primera y única vez en la que están solos. Allí se plantea un continuo desencuentro mediante el juego de cámaras y la laberíntica apariencia del lugar.

- También llama la atención la idea bastante revolucionaria del montaje para esos años. En la escena en la que el personaje interpretado por Brigitte Bardot se ofrece desnuda a su esposo, se corta el fotograma para luego retomarlo en la misma escena, mientras que en el medio se ven imágenes confusas y caóticas de escena pasadas y futuras que nunca vimos ni vamos a ver.

Godard rompe de manera muy original la estructura tradicional de inicio-desarrollo- desenlace y comienza con una secuencia de enorme felicidad para concluir la historia con un abierto desprecio por parte de Camille, dándole el título a la película; nos propone la reflexión sobre las relaciones amorosas, la incertidumbre de no saber qué es lo que le pasa al otro, el engaño, lo que se oculta.

 
 
 

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